El proceso de la comunicación es un hecho connatural en el hombre. Nacemos, crecemos hasta que finalmente dejamos de existir. Gracias al lenguaje oral y escrito podemos expresar sentimientos y necesidades básicas en vida. Pero es también sabido que gracias a la magia de las palabras e imágenes es que se deja constancia de nuestra existencia más allá de la muerte. La literatura resulta entonces fundamental a la hora de narrar, a pesar del paso del tiempo y el espacio, algún acontecimiento histórico que posee relevancia para los seres humanos.

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La literatura propicia un refugio de la realidad y del día a día que cada uno vive. Es un saludable escape pero al mismo tiempo se convierte en una importante herramienta de conocimiento y de información sobre el individuo y de diferentes momentos estelares de la humanidad. Existen incontables historias y voces que resultan difíciles creer que sucedieron en realidad. Es gracias a la poderosa pluma y profunda mirada de diversos autores que los lectores se sitúan en el contexto de los personajes que estos consiguieron inmortalizar.

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Cada autor, desde su época y determinado país, fue testigo directo de acontecimientos que cambiaron para siempre la historia. Cada siglo trajo una nueva cosecha de escritores que con humanidad, respeto y gran talento ponen al lector al tanto de diferentes voces en las que se encuentran dolores, alegrías, esperanzas y situaciones que nos demuestran lo complejo que es el ser humano al tiempo que se mueve en determinados períodos de tiempo.